lunes, 18 de septiembre de 2017

Es tiempo de sembrar para cosechar



Ayer vino la hermana Carmen a mostrarme algunas papas. Me dijo que eran de su huerta. Una huerta donde siembra algunas hortalizas. Unas salen otras no. A veces es el terreno que no se preparó adecuadamente otras el tipo de hortaliza que no es propio de la región. Estas papas estaban del tamaño normal. Eran algo grandes y parecían a las que ponen en los supermercados para promocionar la venta.

Hay un cuento que narro muy seguido porque tiene mucha enseñanza. Dice que un ingeniero agrónomo recién egresado llegó a un rancho y buscó al anciano del pueblo. En Provincia todavía se respeta al anciano. Ellos al tener más edad tienen experiencia y por la experiencia tienen sabiduría. Al tener experiencia y sabiduría tienen autoridad moral y por lo tanto son dignos de respeto. Esto se olvida en las grandes urbes y en otras no tan grandes, pero algunos que creen que son de las grandes urbes tratan a los ancianos como los de las grandes urbes. En las grandes urbes muchos dejan a los ancianos en un lugar a puerta cerrada conviviendo con otros ancianos. Los visitan cada que quieren y los tratan como si fueran niños. Pero esto solamente en las grandes urbes y las personas que piensan que están en las grandes urbes. Eso pues es harina de otro costal. El cuento dice que en ese pueblo al anciano se le respetaba y este neo ingeniero agrónomo (neo significa nuevo, reciente) buscó al anciano para preguntarle algunas cosas. – Disculpe don Romualdo, ¿aquí sale zanahoria? 
– No joven, aquí no sale zanahoria. 
– Y ¿aquí sale jitomate? 
– No joven, tampoco sale jitomate.
– Disculpe, ¿y rábano? 
– No, pues ni rábano. 
– ¿Y si sembramos frijol? 
– Bueno, si sembramos si sale. Aquí las cosas no salen así nada más, hay que sembrarlas.

La vida es así, hay que sembrar para cosechar. La familia que se queja de que sus hijos no les hacen caso deben preguntarse si sembraron en ellos valores. Si los esposos no se respetan deben preguntarse si sembraron respeto desde que se conocieron. Si la sociedad sufre por la violencia debe preguntarse que se ha sembrado en las familias, ya que las familias son las células de una sociedad. Cosechamos lo que sembramos en nuestra persona y en nuestra relación con los demás.

En la Biblia en la carta a los Gálatas capítulo 6 versículo 7 y 8 dice: “No se engañen ustedes: nadie puede burlarse de Dios. Lo que se siembra, se cosecha.  El que siembra en los malos deseos, de sus malos deseos recogerá una cosecha de muerte. El que siembra en el Espíritu, del Espíritu recogerá una cosecha de vida eterna”. Con nuestros actos, con nuestras palabras, con nuestros pensamientos, con nuestra escritura, con nuestros dibujos, con todo sembramos. Y el fruto de eso lo vamos a cosechar tarde o temprano. Quizá no en esta vida, porque no todo lo podemos cosechar en esta vida, pero es seguro que lo vamos a cosechar. La misma palabra de Dios nos dice en la 2da carta a los Corintios capítulo 9 versículos del 6 al 8: “Acuérdense de esto: El que siembra poco, poco cosecha; el que siembra mucho, mucho cosecha.  Cada uno debe dar según lo que haya decidido en su corazón, y no de mala gana o a la fuerza, porque Dios ama al que da con alegría.  Dios puede darles a ustedes con abundancia toda clase de bendiciones, para que tengan siempre todo lo necesario y además les sobre para ayudar en toda clase de buenas obras”. Dios pues nos pide que seamos generosos al sembrar y que a su vez sea de buena gana, con alegría. Sembremos sonrisas, abrazos, consejos, respeto, justicia, amor, generosidad, ternura, compasión, paciencia, comprensión y muchos valores más, para que esta sociedad en la que vivimos cambie. Puede ser que te hayas cansando de sembrar y no cosechar ahí donde quizá estás trabajando o estudiando o, hasta en la propia familia, pero recuerda que lo que sembramos es para cosecharlo principalmente en la vida eterna. Si en esta vida no alcanzamos a saborear esos frutos sin duda lo haremos en la otra vida.

ORACIÓN

Señor, no permitas que me desespere cuando me esfuerzo en ser un verdadero cristiano ante personas insensibles y poco amables. No permitas que explote con malas palabras ni con malas actitudes cuando el enojo venga a mi vida. Dame mucho amor para sembrarlo en aquellos corazones que no te conocen y así cada día más lleguemos a ser verdaderos discípulos tuyos anunciadores de tu reino y sembradores de justicia, paz y alegría en el Espíritu Santo. Dame sobre todo paciencia, porque es lo que más me falla. Pero también comprensión, ya que sin ella no podré ver a los otros como hermanos. 


Hasta la próxima y recuerda seguirnos en las redes sociales y en nuestro canal de youtube.


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