Este
pasado 31 de diciembre fui a celebrar a una capilla de un lugar un tanto
distante donde estoy de misión. Cuando llegué entré a la capilla y miré que estaba
expuesto el Santísimo en una custodia pequeña. Miré que había pocas personas.
Me arrodillé y pedí a Dios por mí y mi familia.
Fueron unos pocos minutos.
Comenzó el canto que anunciaba que ya lo iban a reservar. Había estado orando
las pocas personas en ese lugar y ahora se preparaba el altar para celebrar la
Eucaristía. Yo me dirigí a la sacristía y de mi mochila saqué mi alba. Me puse
el ornamento sagrado y tomé asiento al lado de
una mesa ahí estaba. Cerré mis ojos e hice oración. Faltaban unos
minutos todavía para empezar. Miré el misal romano y verifiqué las oraciones y
lecturas que íbamos a tomar para la Misa. Una señora entró y detrás de ella su
esposo y su hija, saludó y respondí. Me preguntaron que si me podían dejar una
intención para pedir por una persona que ya había fallecido, les dije que sí
pero que la dejaran con los encargados de aquel lugar. Buscaron al encargado,
le dieron la petición después de varios minutos y ya no supe más. Comencé la
Misa y pedí las intenciones al encargado. Me dijo que no había y que pidiera
por todas las familias. Miré que el matrimonio que había preguntado antes ahí
estaba presente. Al terminar de proclamar el Evangelio les pedí que me dieran
el nombre de la persona que había pedido. Se acercó la señora y muy en silencio
me dijo que la persona encargada había dicho que no. Le volví a decir que me
diera el nombre del difunto escrito en un papel. En la plegaria pedí por ese
difunto y por todos los que ya se nos adelantaron en el año que terminaba. En
el año que termina vienen a nuestra mente los propósitos del nuevo año entre
ellos deben tener prioridad las cosas espirituales que no se ven pero que dicen
mucho como la caridad, la humildad, el respeto. Acciones que dicen mucho cuando
se ponen en práctica. Algo que no me gusta de los fines de año son los muchos
deseos de un feliz año, como si con eso la persona fuera a cambiar o a recibir
lo que se desea. Me suena hasta un tanto supersticioso. Te deseo un feliz año,
y pum, se hace realidad porque mil o dos mil te lo desearon. Puede ser una
solamente y no por una o por mil ese año será feliz en realidad. Un buen
augurio dirán algunos, pero se me hace irrelevante. Ya sé que muchos dirán que
estoy en la etapa de la amargura y por eso pienso así en este punto y en otros más,
pero es mi pensar en este momento. Tenemos que buscar corregir nuestros
defectos personales para que efectivamente nos vaya bien en los días que nos
restan, ya se aun año o dos o tres. Me puse a pensar si soy caritativo o no con
la actitud de estos encargados de la capilla a la que fui a celebrar misa el 31
de diciembre. Y me pongo a pensar que mientras más camino e este mundo más
debería mejorar en mis actitudes y puede ser que yo mismo sea ese falto de
caridad, humildad y hasta generosidad. No se quitaba nada si mencionaba a ese
difunto en Misa, pero por algo no quisieron ponerlo. Mínimo el acto pero dice
mucho y eso puede crecer y hacerse gigante. Celebro un año más en este mundo un
año menos en esta vida, eso podría ser relativo, pero lo que no debería ser
relativo es saber si yo no soy más maduro, más paciente, más comprensivo o más
generoso. Estas virtudes no llegan por los buenos deseos, llegan por las mortificaciones
al egoísmo y por pedirlo a Dios ya que son dones espirituales. Si no rezo, oro,
reflexiono o me mortifico con el puro buen deseo de los que me saludan el 31 en
la noche no llegará eso que me desean. En fin así me la pasé el fin de año y no
me gusta que me manden videos de feliz año nuevo y menos si no están dedicados
personalmente. Videos o imágenes de personas que las tienes en tus contactos y
que cuando les mandas mensajes no te contestan y en todo el año no te responden
pero eso si al final te mandan cosas sin personalizar. No me gusta que casi
siempre den lo mismo de comer que en Navidad. No me gusta que ya vea la vida de
este modo pero igual por decirlo o porque me corrijan voy a gustar de recibir
los videos o imágenes de Navidad y año nuevo ni tampoco buscaré con apetito y
gusto la comida que siempre dan en esas fechas.
Entre
mis contactos miré el perfil de Facebook de Lorena Aguirre, una señora que el
año pasado se nos adelantó, el cáncer acabó con su vida después de una dura
batalla. Siempre sonriente muy a pesar de los embates de su enfermedad. La
conocí apostólica, entregada a anunciar la buena nueva de Dios. Días antes de
partir me habló estando ella en cama. Aún con el dolor de su enfermedad no
dejaba de sonreír, me pedía oración y me agradecía por apoyarles en algunas
actividades. Días después me avisaban que orara por su eterno descanso. El
primer día del año y me toca ver su perfil de Facebook, eso me hizo pensar en
la vida y cómo voy caminando por el mundo con mis actitudes. En la noche del 31
de diciembre de regreso a casa pasé por donde vivía mi maestra de inglés. Un
día nos dejó de dar clases porque tenía que hacerse unos estudios. Le resultó
cáncer y en menos de un año se nos adelantó. Cuando pasaba por su casa me vino
a la mente y le pedí a Dios por ella. Hoy estamos y mañana solamente Dios lo
sabe. Que un inicio de año nos sirva para pensar en lo que somos, en lo que
hemos realizado, en lo que hemos dejado de realizar y ayuda. En la huella que
dejamos en los demás y en lo que ayudamos o perjudicamos a los otros. Hay que
alegrarnos para alegrar a los demás pero sobre todo para que después de esta
vida nuestra alegría sea eterna.
No
te dese un año nuevo, deseo que te acerques a Dios y te dejes iluminar por Él
para que en el nuevo año coseches frutos de vida eterna y ayudes a otros a
encontrarse con Dios que es la fuente de la felicidad.
Hasta
pronto y que cuando nos veamos te recuerde no por tu peinado, no por tu ropa,
no por tu reloj o por tu celular, sino por tu alegría fruto de llevar a Dios en
tu corazón con todo lo que de ello deriva.
No hay comentarios:
Publicar un comentario